El rugido de los motores aún no había quebrado el aire, pero ya se sentía la electricidad de un fin de semana especial. Más que rivales, los pilotos compartían miradas cómplices, bromas en los boxes y ese brillo en los ojos que solo se ve cuando la pasión es compartida. Han sido las primeras carreras, sí, pero también una celebración: de la velocidad, del compañerismo y del sueño que, al fin, tomaba la curva de la realidad.
El circuito Ricardo Tormo de Valencia se convirtió en el escenario perfecto para el arranque de la copa R4C. Con una climatología favorable, las dos primeras carreras no solo marcaron el inicio de la competición sino que dejaron claro que este campeonato es algo más que una tabla de tiempos. Es una comunidad. Cada box, cada saludo, cada carcajada entre casco y casco tejía un ambiente donde la adrenalina no compite con la alegría, sino que rueda a su lado.
La primera carrera no tardó en dejar claro que aquí se corre con el corazón en la mano. Desde los primeros compases, un grupo de cuatro pilotos compuesto por Marieta Martínez, Lars de Jorge, Rafa Palacios y el debutante Mario Ruiz protagonizó un duelo vibrante, con constantes adelantamientos y cambios de liderazgo que mantuvieron en vilo a todo el paddock. No era solo velocidad; era una coreografía precisa, deportiva y valiente, donde cada curva era una declaración de intenciones. Cualquiera hubiera merecido la victoria pero el gran vencedor fue el debutante Mario Ruiz seguido de Lars de Jorge y Rafa Palacios.
Pero si la primera manga fue un espectáculo, la segunda se guardó un final de infarto. Mario Ruiz, el rookie que ya había dejado huella, se batió rueda a rueda con Lars de Jorge hasta el último metro. Fue una batalla limpia, intensa y emocionante, que se decidió por apenas 0,007 segundos: una diferencia casi invisible, pero suficiente para escribir su nombre en lo más alto del podio. Izan Domínguez, constante y competitivo, completó el trío de honor con una actuación sólida.
La emoción fue real, en la pista y fuera de ella. Porque en R4C no se corre solo por el podio, sino por la experiencia compartida, por el amor a las motos y por esas pequeñas historias que nacen entre curva y curva. Y si así comienza esta temporada, solo podemos imaginar lo que vendrá.





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