En lo más profundo del Algarve portugués, donde el Atlántico besa la costa y los atardeceres pintan el cielo con tonos dorados, naranjas y rosados, R4C Competición vivió un fin de semana inolvidable. El Autódromo Internacional do Algarve, considerado por muchos como uno de los mejores circuitos del mundo, recibió a una parrilla de pilotos hambrientos de nuevos retos. La mayoría pisaban estas curvas por primera vez, y los nervios se podían palpar en el ambiente.

 

 Sin embargo, el espíritu de amistad de la parrilla convertía la tensión en complicidad, en risas compartidas y en un ambiente mágico. El viernes, cinco sesiones de entrenamientos libres sirvieron para que cada piloto empezara a descubrir lo que supone enfrentarse a un circuito único por su trazado, que exige entrega total y despierta pasión en igual medida.

 El sábado, la exigencia aumentaba. Las dos sesiones de clasificación se disputaban con un viento constante que ponía a prueba tanto la técnica como el temple de los pilotos. En ese escenario tan delicado, Mario Ruiz, líder indiscutible del campeonato, dejó clara su autoridad al hacerse con la pole position, marcando el ritmo con una confianza que solo tienen los que están tocados por el talento y la preparación.

 Horas más tarde, bajo la luz cálida de la tarde portuguesa, se disputaba la primera carrera del fin de semana. Mario salió como un relámpago y no volvió la vista atrás. Se escapó desde el primer momento, imponiendo un ritmo inalcanzable. Por detrás, la lucha fue feroz: Izan Domínguez, Gonzalo Guadaño, Lars de Jorge y Rafael Palacios libraron una guerra sin cuartel a base de adelantamientos al límite, rebufos aprovechados con astucia y maniobras al filo de la trazada. Cada curva era un duelo, cada vuelta, un nuevo pulso por la gloria. Finalmente, Izan se alzó con la segunda posición y Gonzalo con la tercera, completando un podio cargado de talento y tensión competitiva.

 

La noche del sábado estuvo marcada por una cena entre pilotos, mecánicos y acompañantes que reforzó, una vez más, ese espíritu tan especial que define a R4C, la competición es feroz en pista, pero fuera de ella reina la camaradería. Fue también una jornada histórica: por primera vez, hubo tres mujeres en la parrilla, lo que permitió celebrar un podio femenino como símbolo de avance y diversidad en el campeonato. Este primer podio R4C quedará registrado para la historia con Marieta en lo más alto acompañada por Leo y Helena.

 

 El domingo amaneció con un clima más benévolo, menos viento, temperaturas ideales y el mismo hambre de adrenalina. Tras un breve warm-up, los motores volvieron a rugir en la segunda carrera del fin de semana.

  Y de nuevo, Mario Ruiz salió como un trueno, clavando una salida perfecta y abriendo hueco desde la primera vuelta. Esta vez fue Lars de Jorge quien intentó seguirle, logrando inicialmente una pequeña ventaja respecto al grupo perseguidor. Pero en Portimão nada es previsible, tras una larga serie de adelantamientos entre ellos, el grupo de Izan Domínguez, Rafael Palacios, Gonzalo Guadaño e Iván Regal fue acercándose, vuelta a vuelta, hasta dar caza a Lars.

 

 Lo que siguió fue una danza salvaje de talento y coraje. Finalmente, Iván Regal se llevó la segunda posición tras una actuación sobresaliente, mientras que Izan Domínguez volvió a subir al podio con un tercer puesto.

 

 Sin embargo, las carreras tienen esa belleza cruel de premiar solo a tres, aunque sean muchos más los que también lo merecen. En Portimão, Rafa Palacios firmó dos actuaciones de alto voltaje, marcando la segunda vuelta rápida en ambas carreras y dejando claro que su talento brilla incluso cuando el podio se resiste. Y Lars de Jorge, valiente y tenaz, supo domar el vértigo de la persecución, abriendo hueco, luchando sin descanso, rozando la gloria. A veces, la grandeza no se mide en trofeos, sino en el modo en que un piloto se vacía en cada curva, en cada adelantamiento, en cada intento. Lo dieron todo, dejando en el aire esa sensación dulce y amarga de que la justicia del deporte no siempre premia a quien también lo ha merecido. Porque así son las carreras.

 Y mientras la batalla por los puestos de honor mantenía al público sin aliento, en la zona media del grupo se vivía otra historia, igual de intensa, igual de admirable. Eduardo Cervera y Charlie, en una demostración de temple y evolución fulgurante, firmaron sus mejores carreras hasta la fecha, creciendo con cada curva, con cada vuelta conquistada. Iván González, por su parte, es de esos pilotos que regalan luz al paddock: compite con nobleza, mejora con constancia, y termina cada carrera con una sonrisa tan sincera como inquebrantable. Y junto a ellos, Jesús Camino, que no solo pilota con arte andaluz, sino que lleva consigo un espíritu generoso que contagia a todo el paddock. Siempre atento, siempre dispuesto a ayudar, a hacer reír, a convertir cualquier momento en una anécdota memorable. Pilotos así sostienen la magia de este campeonato: los que suman dentro y fuera de pista, los que hacen del compañerismo una bandera tan valiosa como la propia victoria.

 

 Como anécdota divertida, entre tanta intensidad, destacó el comentario de un niño que, al ver que un piloto era sancionado por saltarse la salida, dijo convencido: “Ha hecho una trampa tan grande que su mujer va a romper con él”. Porque en R4C sobretodo hay espacio para la risa, la inocencia y la espontaneidad.

 

 La experiencia de correr en Portimão ha sido mucho más que velocidad. Ha sido aventura, belleza, desafío. Un viaje que atraviesa fronteras y que nos recuerda por qué hacemos esto: por pasión, por superación y por el privilegio de compartirlo. Gracias a la impecable organización de R4C y al trato exquisito de la Federação de Motociclismo de Portugal, todo ha salido a la altura de un evento inolvidable.

 Y mientras el sol se escondía una vez más tras las colinas del Algarve, todos sabíamos que este fin de semana quedará grabado como uno de los más mágicos en la historia del campeonato.

Gracias a todos por formar parte de la familia R4C.